Póster de la película realizada por Francis Ford Coppola (origen de la imagen) |
17 agosto: No comprendo cómo Lucy se está apagando como lo hace. Come bien y duerme bien, y goza del aire fresco; pero todo el tiempo las rosas en sus mejillas están marchitándose y día a día se vuelve más débil y más lánguida; por las noches la escucho boqueando como si le faltara el aire.
25 de agosto: Mi rostro está sumamente pálido, y me duele la garganta. Algo debe andar mal en mis pulmones, pues me parece que nunca aspiro suficiente aire.
Drácula, Bram Stoker
En el siglo XIX, la tuberculosis, tisis o consunción era vista como una enfermedad elegante, ya que quien la padecía moría de manera beatífica, casi sin síntomas y joven. Durante su convalecencia, la propia Charlotte Brontë escribió: “Soy consciente de que la consunción es una enfermedad halagadora”. Alejandro Dumas, con su Margarita Gautier de La Dama de las camelias, y Giussepe Verdi, con su Violetta Valéry de La Traviata, establecieron el canon de la dulce enferma de tisis que se va consumiendo de manera lenta y lánguida. Y por los párrafos presentados al inicio podemos comprobar que el personaje de Lucy Westenra, con su pálida tez, su dificultad respiratoria y un hilillo de sangre en los labios, sería uno más de la larga lista de tuberculosos de la ficción… si no fuera porque la causa de su mal era la mordedura de un vampiro.
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