El porqué de ese miedo a la vacunación tiene que ver con el brote de gripe porcina que ocurrió en 1976. Resulta que un soldado murió en un campamento militar de Nueva Jersey y se tuvo que hospitalizar a cinco más. Las autoridades sanitarias temieron que volviese a ocurrir algo como la pandemia de 1918, así que dieron la voz de alarma y se realizó una campaña de vacunación masiva. 48 millones de personas, un cuarto de la población estadounidense, fueron vacunadas. De éstas, 532 se vieron afectadas por el llamado síndrome de Guillain-Barré, una forma de parálisis desencadenada por una respuesta autoinmune que acaba atacando a las células nerviosas. La mayor parte se recuperaron, algunos con secuelas de por vida, y 25 de los afectados murieron. Lo dramático fue comprobar que dicha gripe porcina sólo acabó con la vida de su primera victima. El resto de afectados sólo sufrieron leves síntomas gripales. Resumiendo, la precipitación provocó que se matara una mosca a cañonazos.
Lo cierto es que por ahora la gripe A no parece ser tan grave como se temía al principio. Pero como se indica en la revista New Scientist, no se debe de bajar la guardia. Una cosa que si está comprobada es que, al contrario que la gripe estacional, esta gripe mata gente joven incluyendo aquellos que están sanos. Ciertamente el porcentaje de mortalidad es bajísimo (2 por millón de infectados), pero no hacer nada es arriesgado.
Si uno se vacuna puede tener la mala suerte de verse afectado por el síndrome de Guillain-Barré. La incidencia actual es de 1 entre 1 millón. En 1976 llegó a ser de 20 por millón. Pero hay que tener en cuenta una cosa. El síndrome de Guillain-Barré no sólo es desencadenado por una vacuna, puede ser desencadenado por otros factores, entre ellos el de padecer la gripe. La incidencia en ese caso aumenta hasta 70 casos por millón.
Como siempre, lo mejor es consultar al médico.
Audio en "el podcast del microbio"
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