Hace un par de meses apareció una noticia en la que en un
crucero de placer se declaró un brote de gripe A a bordo. Aparte de arruinarles las vacaciones a los pasajeros al impedir que el barco atracara en ningún puerto, las cosas no fueron a mayores. Pero otras veces la situación puede ponerse realmente fea.
Imagen del transatlántico "Principe de Asturias", buque gemelo del "Infanta Isabel"
Eso es lo que les pasó a los pasajeros del transatlántico
Infanta Isabel (
*)
. Este buque de la
compañía Pinillos hacía la travesía entre España y las Américas. El 3 de octubre de 1918 llegó al puerto de Las Palmas con la bandera negra y amarilla indicando que había personas con una enfermedad contagiosa a bordo. Dicha enfermedad se trataba de la
gripe española.
En esos momentos, el continente europeo sufría lo que sería conocido como la segunda ola epidémica, que fue la más mortífera de las tres que hubo. El transatlántico había salido de Vigo y en su travesía a las Islas Canarias se declaró el brote que causó veinticuatro muertes antes de alcanzar Las Palmas. En su mayor parte los enfermos eran emigrantes gallegos con escasos recursos económicos que fueron hacinados por la tripulación en las salas comunes del barco y abandonados a su suerte. Incluso parece que se les negó alimentos en algunas ocasiones.
Una vez en Las Palmas se prohibió atracar al barco y se le desvió a la localidad de Gando, donde se desembarcó a 200 enfermos que fueron ingresados en un lazareto. Era un viejo edificio totalmente desamueblado y sin cristales en las ventanas. Desde la ciudad de Palma fueron enviados unos pocos médicos, practicantes, cocineros, un capellán y diez hermanas de la Caridad para atender a los enfermos. Para mantener el orden en el lazareto fueron acompañados de 16 guardias civiles. Alrededor del lazareto se dispuso un cordón sanitario controlado por 25 soldados. Cinco días después habían fallecido quince enfermos.
El Infanta Isabel mientras permanecía en las aguas de Canarias y la gripe se extendía entre el pasaje de primera y segunda clase. Cada cierto tiempo se desembarcaban nuevos pacientes hasta que se alcanzó la cifra de 370 pasajeros que pasaron 44 días de cuarentena en el lazareto de Gando y de los cuales murieron 51. Al final de la cuarentena se celebró una misa de acción de gracias en el que el capellán hizo notar que ninguna de las hermanas de la Caridad, ni él, habían caído enfermos, al contrario que los médicos, cocineros y guardias civiles. Tras el fin de la cuarentena el Infanta Isabel continuó rumbo hacia Sudamérica.
(*) La historia está tomada del libro "La gripe española. La pandemia de 1918-1919" de Beatriz Echeverri Dávila. Centro de Investigaciones Sociológicas. 1993.
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